La Constitución Colombiana está pasando por su retorno de Saturno. En la vida de una persona, cumplir 30 años señala una etapa en la que diferentes eventos la llevan a asumir relaciones más adultas y comprometidas. El trabajo, los objetivos y los logros, la seguridad y en general una búsqueda por materializar algo, en relación con las estructuras sociales establecidas, se hace evidente. Tener hijos, es un ejemplo.
El retorno de Saturno implica una transformación en cuanto a la relación con el padre, los padres, la patria. Un “darse cuenta” de la forma en que nos relacionamos con nuestras propias leyes, cuáles son (si es que las tenemos) y también de cómo dichas leyes, tal vez acordadas por generaciones pasadas, son realmente letra viva o no. Y no se trata aquí solamente de la ley escrita, sino también de todo aquello que consideramos tradición o legado. ¿Nos libera, nos recuerda nuestra verdadera identidad, nos engrandece?
Si el tiempo es ley, el retorno de Saturno a Acuario es también un cambio colectivo en la relación con el tiempo, Cronos. Hace treinta años los apagones de la hora Gaviria transformaron nuestro horario, el año pasado las cuarentenas modificaron nuestra relación con el espacio-tiempo. Saturno enciende la alarma, time is up, se abre la semilla de una manifestación de consciencia colectiva que tomará poder una vez Plutón entre en Acuario entre el 2023 y 2024, un emplazamiento conocido por tumbar monarquías como la francesa en 1789.
Largo e incomodo parto de 30 años en donde seguimos aprendiendo a respirar. Respirar entre lacrimógenos, tapabocas y virus, pero respirar igual. Plutón estaba en Escorpio en 1991 y el próximo año, ese Plutón natal de nuestra constitución recibirá los eclipses y será profundamente transformado dándonos pistas de lo que a partir del 2023 representará el liderazgo colectivo acuariano. El Plutón de hoy, 2021, en Capricornio, entrará por completo en Acuario (2024) y el poder de las comunidades dejará ver nuevos rostros. Sin embargo, la travesía paralela de Saturno en Acuario y Plutón terminando su recorrido en Capricornio requieren que lo oculto de nuestras historias colectivas siga siendo revelado y esas son verdades dolorosas que no siempre es fácil encarar y aceptar.
~ Y como es afuera, es adentro ~
Una nueva era se está gestando a pesar de lo oscura que parezca la noche. Las circunstancias demandan paciencia saturnina y nos recuerdan que este juego es de largo aliento. Es el tiempo de la madurez colectiva (Acuario) aunque en las noticias diarias nos parezca muy lejana. Una madurez que viene de la comprensión profunda de que el otro no es el prójimo, el otro soy yo. Una madurez colectiva que nos llevará a defender una constitución que desde hace treinta años reconoce nuestra identidad diversa, pues madurar es vivir las propias leyes, caminar las propias palabras. ¿Pero qué de esta constitución es aún válido a la luz de una pandemia y los fracasos de un neoliberalismo inhumano? La compasión verdadera será la base de una transformación que al parecer ya no se gestará en lo institucional, sino en el ámbito individual (Quirón en Aries). De allí la urgencia de sanar nuestra manera de relacionarnos con todo, comenzando por lo pequeño: la sanación de nuestras historias personales y nuestro entorno más cercano (Nodo norte en Géminis).
Nuestra constitución es entonces una historia inacabada y sus treinta años marcan la entrada a una nueva etapa en donde su fertilidad o capacidad de dar fruto será cuestionada, de la misma manera en que la crisis de los treinta en la vida de una persona, abre la pregunta del sentido y la durabilidad de las decisiones hasta ahora tomadas.
Palabras por Crista.
Imagen de archivo libremente tomada de la Revista Semana (que tan libremente nos miente).